Los sufrimientos del Padre Pío

Una de las principales razones por las que el demonio odiaba tanto al Padre Pío era porque él estaba ganando muchas almas por causa de sus sufrimientos. Él muchas veces comentó sobre el alcance de estos increíbles sufrimientos.

Padre Pío: “El Padre celestial no ha cesado de permitirme compartir los sufrimientos de su Hijo Unigénito, incluso físicamente. Estos dolores son tan intensos que son absolutamente indescriptibles e inconcebibles”[1].

El Padre Pío dijo que sus sufrimientos podrían compararse “a los que experimentaron los mártires cuando eran incinerados vivos o muertos brutalmente por ser testigos de su fe en Jesucristo”[2].

Padre Pío, 25 de noviembre de 1915: “Mi condición se está volviendo inaguantable y permanezco vivo únicamente por un milagro”[3].

Padre Pío, Carta, 3 de noviembre de 1915: “El Señor me hizo experimentar las penas que sufren los condenados en las regiones infernales”[4].

Padre Pío, Carta, 13 de agosto de 1916: “… No estoy exagerando cuando digo que las almas del purgatorio no sufren ningún dolor mayor [al mío]”[5].

Padre Pío: “… Estoy sufriendo mucho y siento que me estoy muriendo todo el tiempo”[6].

Hablándole a una persona acerca de algunos de sus sufrimientos físicos, el Padre Pío dijo: “No es tanto durante el día. Cuando los acontecimientos del día comienzan, una cosa me lleva a la otra, y así se pasa el día. Más bien son las noches. Si alguna vez se me permite el sueño, el dolor de estas (y él levantó las manos para indicar sus llagas de los estigmas) se intensifican sin medida”[7].

Contestándole a una persona que le preguntó si sus estigmas le dolían, el Padre Pío dijo: “¿Usted cree que el Señor me las dio de adorno?”[8].

Padre Pío: “Sólo imagínense la angustia que sentí entonces y que aún sigo experimentando prácticamente todos los días. Las llagas en mi corazón sangran abundantemente…”[9].

“… He sido consciente de que hay en mí algo que se siente como una hoja de hierro que se extiende desde la parte inferior de mi corazón a la parte derecha debajo de la espalda. Ello me causa un dolor muy fuerte y no me deja descansar”[10].

El Padre Pío rechazó toda clase de calefacción artificial, de gas o eléctrica, incluso calefacción a carbón para las frías noches del invierno[11].

Una vez el Padre Pío pasó veintiún días sin comer, salvo únicamente la Sagrada Comunión. “Debes comer”, le dijo el superior. “Por favor, no puedo”. “Debes hacerlo”, insistió el superior y a los pocos minutos el Padre Pío vomitaba todo lo que trataba de comer[12]. El Padre Pío a menudo no tenía apetito, pasaba periodos de vómito y sudores. A veces tenía momentos de fiebre alta, desconcertando a los médicos, que no sabían cómo curarlo[13].

Algunas de las temperaturas del Padre Pío eran tan altas que el mercurio salía disparado del termómetro. Algunos termómetros ordinarios se quebraban bajo su axila[14]. En una ocasión, utilizando un termómetro diferente que no se quebraba, su temperatura llegó hasta los 53° C[15].

A veces la fiebre le subía repentinamente a 51,7º C (125 grados Fahrenheit) sin motivo alguno. El P. Michaelangelo, un franciscano que vivía con él, dijo: “Ningún termómetro ordinario podía medir la temperatura del Padre Pío,… Estuve presente una vez cuando el médico quiso tomarle su temperatura y ver si se quebraba el termómetro. El Padre Pío dijo: ‘¡No, se quebrará el termómetro!’. En un instante, ¡bum! El mercurio subió y se quebró de inmediato”[16].

Un médico hablando con otro médico sobre las altas temperaturas del Padre Pío, declaró: “Cuando le tomé la temperatura, se salió de la escala inmediatamente. Tuve que pedir un termómetro especial, y anoche registró 51,7° C y esta mañana 48,9° C. No debería ni siquiera estar vivo”[17].

El Padre Pío comentó sobre el sufrimiento: “No hay sufrimiento soportado por amor a Cristo, aunque mal soportado, que no sea recompensado en la vida eterna. Por la confianza y fe en los méritos de Jesús, incluso el barro más pobre se convertirá en el oro más fino que brillará en el palacio del Rey del cielo”[18].

Una vez nuestro Señor le habló de la siguiente manera al Padre Pío sobre sus sufrimientos: “Mi hijo, necesito víctimas con el fin de apaciguar la ira justa y divina de mi Padre: renueva tu sacrificio y hazlo sin reservas”[19].

Padre Pío: “Si las personas sólo entendieran el valor del sufrimiento, ellos no buscarían el placer, sino únicamente el sufrimiento”[20].

El Padre Pío también comenzó a padecer problemas de la vista tan temprano como el 18 de noviembre de 1912[21]. El 30 de enero de 1915, el Padre Pío escribió: “… mi vista… mejora de vez en cuando”[22].

El Padre Pío tuvo un sufrimiento adicional de ser llamado al servició militar por un periodo de tiempo, a pesar de su increíble estado de salud física[23].

Otro sufrimiento (aunque no físico) fue el hecho de que si bien Dios a menudo le dejaba claro el estado de las demás almas, el Padre Pío permanecía en obscuridad respecto al estado de su propia alma[24]. El Padre Pío dijo: “En las otras almas, por la gracia de Dios, puedo ver claramente, pero en la mía no veo más que oscuridad”[25].

Notas:

[1] Padre Pio of Pietrelcina, Letters Vol. I, p. 973.

[2] P. John A. Schug, Padre Pio, p. 41.

[3] Padre Pio of Pietrelcina, Letters Vol. I, Our Lady of Grace Friary, San Giovanni Rotondo, Italia, p. 770.

[4] Padre Pio of Pietrelcina, Letters Vol. I, p. 607.

[5] Padre Pio of Pietrelcina, Letters Vol. I, p. 884.

[6] Padre Pio of Pietrelcina, Letters Vol. III, p. 525.

[7] John McCaffery, Blessed Padre Pio, p. 64.

[8] Radio Replies Press, Inc. Who is Padre Pio [¿Quién es el Padre Pío?], edición inglesa, TAN Books, Rockford, IL. p. 9.

[9] Gennaro Preziuso, The Life of Padre Pio, p. 107.

[10] Gennaro Preziuso, The Life of Padre Pio, p. 110.

[11] Dorothy Gaudiose, Prophet of the People, p. 183.

[12] Dorothy Gaudiose, Prophet of the People, p. 24.

[13] P. Stefano Manelli, Padre Pio of Pietrelcina, p. 55.

[14] Gerardo Di Flumeri,  The Mystery of the Cross in Padre Pio of Pietrelcina [El Misterio de la Cruz en el Padre Pío de Pietrelcina], edición inglesa, National  Centre for Padre Pio, Barto, PA. p. 16.

[15] Padre Pio, The Wonder Worker, p. 21.

[16] P. John A. Schug, Padre Pio, p. 31.

[17] Dorothy Gaudiose, Prophet of the People, p. 39.

[18] Padre Pio, The Wonder Worker, p. 177.

[19] Augustine McGregor, Padre Pio, His Early Years, p. 198.

[20] Dorothy Gaudiose, Prophet of the People, p. 212.

[21] P. John A. Schug, Padre Pio, p. 43.

[21] Padre Pio of Pietrelcina, Letters Vol. I, p. 590.

[23] P. John A. Schug, Padre Pio, p. 57.

[24] C. Bernard Ruffin, Padre Pio: The True Story, p. 113.

[25] C. Bernard Ruffin, Padre Pio: The True Story, p. 218.