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El Catecismo del Concilio de Trento y el ‘bautismo de deseo’
RESPUESTA: La objeción es falsa, por muchas razones. Esta sección examinará la materia en detalle, y probará que los defensores del ‘bautismo de deseo’ (BDD) están completamente equivocados. Los siguientes puntos, entre otros, serán demostrados en esta sección.
NO TODO PÁRRAFO DEL CATECISMO DE TRENTO FUE PROMULGADO INFALIBLEMENTE
El Concilio de Trento terminó el 4 de diciembre de 1563. El Catecismo de Trento aún se estaba trabajando en 1564 y no fue publicado sino hasta 1566. El Catecismo de Trento no es el Concilio de Trento. No es infalible en todos sus párrafos, sino solamente en esos puntos doctrinales para ser transmitidos a todos los fieles; ya que esas materias representan lo que la Iglesia siempre ha enseñado.
Incluso la introducción del Catecismo de Trento de la traducción popular inglesa de TAN Books tiene una cita del Dr. John Hagan, que admite que “su enseñanza no es infalible”. El Catecismo de Trento tiene más de 500 páginas en una versión común en inglés. Este fue trabajado por varios teólogos.
EL CATECISMO DE TRENTO NO OBLIGA A TODA LA IGLESIA; LA INFORMACIÓN FUE DADA A LOS SACERDOTES PÁRROCOS
El título oficial del catecismo deja claro que está dirigido a los sacerdotes párrocos, no a todos los fieles o a todos los obispos: “Catechismus ex decreto Concilii Tridentini ad parochos” (Catecismo por decreto del Concilio de Trento para los sacerdotes párrocos). La enseñanza de la Iglesia es infalible en fe y costumbres cuando se aplica y es obligatoria a todos los cristianos (Concilio Vaticano Primero). El Catecismo de Trento no reúne tal criterio de infalibilidad en cada párrafo de su enseñanza. No estaba dirigido a todos los fieles. De hecho, ni siquiera estaba dirigido a todos los sacerdotes, sino a los párrocos. No todos los sacerdotes son párrocos.
EL CATECISMO DE TRENTO DICE QUE EL ALMA NO ESTÁ INFUSA EN EL EMBRIÓN AL MOMENTO DE LA CONCEPCIÓN
El Catecismo declara que el alma racional sólo se une al cuerpo después de un determinado espacio de tiempo. Según el Catecismo, un embrión no es un ser humano cuando este comienza a existir al momento de la concepción o fertilización. En este punto, el catecismo sigue la posición de Santo Tomás y de muchos teólogos escolásticos. Ellos enseñaron que el alma racional no está infusa en el embrión sino hasta 40 u 80 días después de la concepción.
Santo Tomás enseñó que el embrión humano procedía a través de tres fases del alma. Él creía que el embrión comenzaba con el alma vegetativa (anima vegetabilis, que él creía que las plantas poseen), luego le seguía el alma sensible (anima sensitiva, que él creía que los animales poseen) y, luego de 40 u 80 días, Dios infundía el alma racional o intelectual (anima intellectiva, el alma humana). También enseñó que los varones reciben el alma aproximadamente 40 días después de su concepción, pero que las mujeres 80 días después de su concepción. Sin embargo, el ADN muestra que no hay diferencia entre hombres y mujeres en cuanto a en qué momento adquirieron las características biológicas de un ser humano. Siendo que el ADN muestra que todas las características de un ser humano están presentes al momento de la fertilización/concepción, la posición de la infusión demorada del alma (como la enseñaron Santo Tomas y el Catecismo de Trento) generalmente es rechazada por el movimiento pro-vida en nuestros días.
La Enciclopedia Católica de 1907 admite que en los inicios del siglo XX, muchos teólogos habían llegado a rechazar la opinión de Santo Tomás sobre el momento en que el alma racional se infunde en el embrión. Como el Catecismo de Trento expresó el mismo punto de vista, ellos contradicen necesariamente su enseñanza en ese punto como tal.
A cualquiera que cite el Catecismo de Trento como si este fuere infalible en todos los párrafos se le debería hacer la siguiente pregunta: ¿Usted está de acuerdo con la enseñanza del Catecismo de que el embrión no es un ser humano desde el momento de la fertilización o concepción? Incluso si alguno sostuviera que el embrión no es un ser humano hasta después de varias semanas o meses de la fertilización/concepción, hay un problema con el párrafo del Catecismo sobre este punto. El problema es que cuando habla sobre el ser humano el Catecismo dice que “cuerpo ninguno puede ser informado por el alma racional, sino después de determinado espacio de tiempo”. Eso quiere decir que, según el Catecismo, un cuerpo humano puede existir por semanas antes de que le sea infusa un alma. Eso no es correcto. Es un dogma definido que el alma racional es la forma del cuerpo humano. Esto fue definido por el Concilio de Vienne.
Este dogma quiere decir que el alma racional es lo que hace que el cuerpo humano sea lo que es. Siendo que el alma es la forma del cuerpo humano, no puede haber un verdadero cuerpo humano viviente que no tenga una verdadera alma racional infusa en él. No obstante, el Catecismo indica que el cuerpo humano existe por un cierto espacio de tiempo anterior a la infusión del alma racional. Eso no es correcto. El cuerpo humano no puede existir hasta que haya un alma racional. Anterior a la infusión del alma racional, el embrión no sería un cuerpo humano, sino una planta o un cuerpo animal con un alma de planta o de animal. Por lo tanto, la articulación del Catecismo en este punto sencillamente está equivocada. Este es otro ejemplo de cómo sus enseñanzas no son infalibles en todos sus párrafos. Un cuerpo humano no puede existir por un espacio de tiempo previo a la infusión del alma racional.
LA DISTINCIÓN CLAVE QUE NO ES TOMADA EN CUENTA POR LOS DEFENSORES DEL ‘BAUTISMO DE DESEO’: NO TODO EN EL CATECISMO DE TRENTO ES IDENTIFICADO COMO PARTE DEL CUERPO DE DOCTRINA PARA SER COMUNICADA A LOS FIELES – SÓLO CIERTAS COSAS LO SON
En realidad, muy pocas personas que comentan sobre el Catecismo de Trento (y su enseñanza sobre el bautismo) lo han leído o estudiado en su totalidad. Cuando usted realmente lee o estudia todo el Catecismo de Trento puede reconocer que está escrito y formulado de tal manera que SÓLO CIERTOS PUNTOS DE DOCTRINA están especificados por el Catecismo de Trento como el cuerpo de la doctrina que puede, debe o debería ser comunicada por los párrocos a los fieles. Permítanme repetirlo: SÓLO CIERTOS PUNTOS DE DOCTRINA están especificados por el Catecismo como materias que pueden, deben o deberían ser comunicadas por los párrocos a los fieles. No todo en el Catecismo está especificado para ser comunicado a los fieles.
Dicho de otro modo: el Catecismo de Trento es un manual para párrocos. Contiene más de 500 páginas en una versión común en inglés [en español es similar con la versión VALENCIA]. Esas más de 500 páginas contienen abundante información, pero sólo ciertos puntos en el Catecismo están especificados como lo que los párrocos deben necesariamente enseñar y decir a los fieles. Hay muchas cosas en el Catecismo que no yacen dentro de esa categoría.
PRUEBAS DE QUE NO TODO EN EL CATECISMO TENÍA QUE SER TRANSMITIDO A LOS FIELES
Aquí hay unos pocos ejemplos que demuestran que no todo en el Catecismo de Trento era parte del cuerpo de doctrina que se puede, debe o debería comunicarse a todos los fieles. Podría dar docenas de otros ejemplos.
Aquí vemos al Catecismo informándole al párroco que él no debe pasar en silencio este punto en particular. Eso es porque dentro de la gran cantidad de información en el Catecismo, hay cosas en el Catecismo que el párroco puede silenciar. No toda frase o párrafo en el Catecismo está para ser comunicada a los fieles.
Aquí el Catecismo está confirmando que hay ciertas cosas que deben ser dichas a los fieles. Ciertas cosas no pueden pasar de largo. Pero no todo en el Catecismo cae necesariamente dentro de esta categoría. La oración de arriba por supuesto no podría tener sentido si todo en el Catecismo estuviera automáticamente destinado para los fieles o para ser dado a los fieles.
Aquí nuevamente se está identificando un punto para ser comunicado a los fieles, pero no todo en el Catecismo cae dentro de esta categoría.
Vemos de nuevo aquí que no todo en el Catecismo necesita ser transmitido a los fieles.
MÁS PRUEBAS DE QUE SÓLO CIERTAS COSAS EN EL CATECISMO FUERON ESPECIFICADAS COMO PUNTOS PARA SER ENSEÑADOS A LOS FIELES MIENTRAS QUE OTRAS PUEDEN SER OMITIDAS.
Esto claramente demuestra que sólo ciertas cosas en el Catecismo serán transmitidas a los fieles.
Estos hechos establecen sin ninguna duda que de las más de 500 páginas de información del Catecismo de Trento, sólo ciertos puntos doctrinales se identifican en el Catecismo como parte del cuerpo de doctrina que pueden, deben o deberían ser comunicados a los fieles. Así es como el Catecismo está escrito y establecido. Se podrían citar muchos otros ejemplos que hacen más evidente el punto. El Catecismo les dice a los párrocos: ustedes necesitan decirles esto a los fieles, no se olviden de esto otro, no deben guardar silencio aquí; pero no es necesario decir esto acá, etc. Se hacen estas declaraciones a lo largo de TODO el Catecismo porque no todo lo que hay en el Catecismo es para los fieles. Lo demás es información dada al sacerdote párroco. Sólo ciertas partes de esa información se identifican como lo que puede o debe ser inculcado por los párrocos a los fieles.
SEGÚN EL CATECISMO DE TRENTO, NUESTRA POSICIÓN SOBRE EL BAUTISMO ES LA ENSEÑANZA DE LA IGLESIA CATÓLICA Y ES LO QUE DEBE SER COMUNICADO A LOS FIELES, NO EL ‘BAUTISMO DE DESEO’
Cuando consultamos la enseñanza del Catecismo sobre el bautismo, ¿a que no saben qué encontramos? El único párrafo que los defensores del ‘bautismo de deseo’ citan NO ESTÁ especificado o identificado como la doctrina que los párrocos deben enseñar a los fieles. No hay nada en él que especifique que lo que dice ahí es para ser enseñado a los fieles. Más bien, es simple información (falible e inexacta) dada a los párrocos. Sí, sí es posible que en los cientos de párrafos del Catecismo pueda encontrarse alguna información inexacta y ciertas opiniones falibles de los hombres. Pero la enseñanza oficial que el Catecismo especifica como lo que está para ser enseñado a los fieles, es reflejo de la verdad católica, como lo veremos.
La doctrina acerca del bautismo, que el Catecismo sí específica y destaca como la doctrina sobre el bautismo para ser comunicada a todos los fieles, es precisamente lo opuesto al ‘bautismo de deseo’. Esta es, que nadie puede entrar al Cielo sin renacer del agua y del Espíritu en el sacramento del bautismo, y que nadie puede estar dentro de la Iglesia católica sin haber recibido el sacramento del bautismo. Eso es lo que el Catecismo dice que los párrocos deben enseñarles a los fieles.
CUANDO USTED CONSULTE ESTAS CITAS, NOTARÁ QUE HAY UNA MENCIÓN ESPECIFICA DE CÓMO ES ESTA LA DOCTRINA QUE LOS PÁRROCOS HAN DE ENSEÑAR A LOS FIELES
Según el Catecismo, lo que está para ser comunicado a los fieles por los párrocos es que el sacramento del bautismo es necesario a todos sin excepción alguna para la salvación. Incluso hace hincapié en que nadie puede salvarse sin el agua del bautismo al declarar: “el agua que siempre está a mano, y todos la pueden prevenir fácilmente”. Eso contradice al ‘bautismo de deseo’. El ‘bautismo de deseo’ no es un sacramento, como sus defensores lo admiten. No obstante, el Catecismo dice que lo que los párrocos pueden enseñar es que el sacramento es necesario a todos sin excepción alguna para conseguir la salvación. Esto es lo que la Iglesia católica siempre ha enseñado y lo que ella ha declarado como dogma. La enseñanza oficial del Catecismo, para ser transmitida a los fieles, no es el ‘bautismo de deseo’ sino lo contrario. Aquí hay otro ejemplo.
Nótense las referencias a “nada hay más precioso que enseñarles”, y “los pastores explicarán muchas veces…”. De nuevo, vemos que esta es la doctrina que los párrocos deben enseñar. En este párrafo el Catecismo de Trento enseña oficialmente que la ley del bautismo está impuesta a todos los hombres. También declara que si los hombres no renacieren por el bautismo de agua recibirán la desventura, como Jesús enseñó en Juan 3, 5.
Según el Catecismo, esto es lo que los párrocos han de comunicarles a los fieles. Esta es la enseñanza dogmática de la Iglesia. Es lo único que encontramos en toda pronunciación infalible. Aquellos que enseñan que es posible salvarse sin el agua del bautismo están contradiciendo lo que el Catecismo dice que los párrocos han de enseñar. Miremos otro ejemplo.
Aquí el Catecismo declara que convienen los escritores sagrados [la edición BAC dice: “convienen todos los autores sagrados”] en que después de la resurrección empezaron a ser obligados a la ley del bautismo todos los hombres; y que, después de ese tiempo, nadie puede entrar al Cielo sin haber renacido del agua y del Espíritu, como Jesús lo enseñó en Juan 3, 5. Eso refuta completamente el argumento de los defensores del ‘bautismo de deseo’ basado en la presunta autoridad de un consenso entre los teólogos; porque el Catecismo declara que todos los teólogos (incluso aquellos que no permanecieron consistentes con sí mismos en este asunto) articularon una posición que contradice el ‘bautismo de deseo’: esto es, que nadie puede entrar al Cielo sin el agua del bautismo, con base en Juan 3, 5. Esta es la posición que los escritores católicos han enseñado unánimemente.
Según el Catecismo, la doctrina que debe ser comunicada a los fieles por los párrocos es que, después de la resurrección, nadie entra al Cielo sin renacer del agua y del Espíritu Santo.
Es absolutamente cierto que la enseñanza oficial del Catecismo de Trento, para ser comunicada a los fieles, no es el ‘bautismo de deseo’, sino lo contrario. Y hay más.
EL CATECISMO TAMBIÉN DICE QUE LOS PÁRROCOS HAN DE ENSEÑAR QUE TODOS EN LA IGLESIA SON “MIEMBROS”; QUE TODOS SON PARTE DEL “CUERPO”; Y QUE TODOS HAN SIDO REGENERADOS EN EL “SACRAMENTO”
Este pasaje es de particular interés porque en él es identificada por el Catecismo la verdadera enseñanza, QUE LOS PÁRROCOS DEBEN COMUNICAR Y TRANSMITIR A LOS FIELES, como:
Todos estos puntos contradicen la falsa teoría del ‘bautismo de deseo’ y la posición de todos sus partidarios. Sus proponentes reclaman que: las personas pueden estar dentro de la Iglesia sin ser “miembros”; que las personas pueden estar en el alma de la Iglesia sin estar en el “cuerpo”; y, lo más importante para este punto, que las personas pueden estar dentro de la Iglesia sin haber recibido EL SACRAMENTO. El Catecismo de Trento los contradice en todos los tres puntos y dice que la siguiente posición es lo que los párrocos han de enseñar.
Por lo tanto, es contrario a la enseñanza oficial del Catecismo – que el Catecismo dice es para ser transmitida a los fieles – afirmar que las personas puedan estar dentro de la Iglesia católica sin el sacramento del bautismo. Los individuos que enseñan el ‘bautismo de deseo’, por ende, no transmiten lo que el Catecismo dice que debe ser transmitido a los fieles.
DE ESTE MODO, CUANDO LAS POSTERIORES DECLARACIONES PAPALES FOMENTAN O APRUEBAN LA INSTRUCCIÓN CATEQUÍSTICA BASADA EN EL CATECISMO DE TRENTO, ESO NO FAVORECE EL‘BAUTISMO DE DESEO’, SINO QUE LO CONTRADICE
Los puntos tratados anteriormente conciernen a la distinción clave en esta materia: qué es lo que el Catecismo dice que debe ser transmitido a los fieles. Estos puntos se vuelven especialmente relevantes cuando consideramos las declaraciones papales hechas sobre el Catecismo. Por ejemplo, los defensores del ‘bautismo de deseo’ (que típicamente ignoran los argumentos que refutan su posición) afirman que las declaraciones papales después de Trento aprobaron o fomentaron la instrucción catequística basada en el Catecismo de Trento.
En su encíclica Acerbo nimis, el Papa Pío X declaró lo siguiente:
Así es, ¿y qué declara el Catecismo de Trento que ha de ser comunicado a los fieles con respecto al bautismo? Como se demostró arriba, la enseñanza del Catecismo de Trento –identificada como la doctrina para ser comunicada a los fieles– es:
1) El sacramento del bautismo, administrado en agua, que siempre está a mano y todos la pueden prevenir fácilmente, es necesario a todos para la salvación;
2) La ley del bautismo está impuesta por Dios a todos los hombres: de manera que si no son regenerados por el agua y el Espíritu en el sacramento, como dice Jesús, recibirán la desventura;
3) Convienen todos los escritores sagrados en que después de la resurrección del Señor, empezaron a ser obligados a la ley del bautismo todos los hombres que habían de conseguir la vida eterna; de manera que el que no renaciere del agua y del Espíritu, como dice Jesús, no puede entrar en el Reino de Dios;
4) Todos en la Iglesia han sido regenerados en el mismo “sacramento”.
Esos son los puntos que los párrocos han de enseñar acerca del bautismo. Si los párrocos siguen la enseñanza oficial del Catecismo, ellos contradicen al ‘bautismo de deseo’. El único párrafo citado en la objeción, que expresa la idea de que alguien pueda salvarse por un deseo del bautismo, NO fue uno de los puntos de doctrina que el Catecismo dice que ha de ser comunicado a los fieles. Además, ese párrafo está lleno de problemas, como veremos.
LOS PARTIDARIOS DEL ‘BAUTISMO DE DESEO’ TAMBIÉN SE EQUIVOCAN SOBRE LA ENCÍCLICA IN DOMINICO AGRO DEL PAPA CLEMENTE XIII
En un argumento parecido al anterior sobre Acerbo nimis, los defensores del BDD citarán de vez en cuando una encíclica del Papa Clemente XIII llamada In Dominico agro.
Clemente XIII dice que el Concilio de Trento “quería” un Catecismo “que comprendiese toda la doctrina, según la cual habrían de instruirse los fieles, y que estuviese completamente exenta de todo error”. Los defensores del BDD sostienen que esto apoya el reclamo de que el ‘bautismo de deseo’ es infalible. Ellos están totalmente equivocados.
En primer lugar, el Papa Clemente XIII se refiere a “toda la doctrina, según la cual habrían de instruirse los fieles”. Como se estableció arriba, el ‘bautismo de deseo’ no hace parte de la enseñanza del Catecismo “según la cual habrían de instruirse los fieles”. Ese es el punto clave. Por lo tanto, la premisa del argumento presentado por los defensores del ‘bautismo de deseo’ es falsa. El ‘bautismo de deseo’ sencillamente no hace parte de la enseñanza oficial del Catecismo que ha de ser transmitida a los fieles. La importancia de lo que el Catecismo dice que ha de ser “enseñado al pueblo cristiano” también queda claro en el siguiente párrafo de la encíclica.
Como se ha probado anteriormente, la única enseñanza sobre el bautismo que el Catecismo dice que ha de ser enseñada a los fieles es:
Y esta:
Y esta:
Y esta:
En segundo lugar, el Papa Clemente XIII declara que, en el Catecismo, “encerraron en él la doctrina común en la Iglesia y libre de todo peligro de error”. El Catecismo contiene muchos puntos doctrinales que constituyen la enseñanza común en toda la Iglesia. Esa enseñanza es libre de todo peligro de error. Eso no significa que todos los párrafos en las más de 500 páginas de información caigan dentro de esa categoría. En efecto, como veremos, se declararon cosas similares sobre la Summa Theologiae de Santo Tomás de Aquino. No obstante, los defensores del ‘bautismo de deseo’ deben reconocer que este libro contiene algunos errores (p. ej. el error sobre la Inmaculada Concepción).
Así que, la encíclica del Papa Clemente XIII no proporciona ningún soporte para la falsa doctrina del ‘bautismo de deseo’. Por lo contrario, esta pone de relieve la distinción clave explicada arriba: lo que es crucial tomar en cuenta de la enseñanza del Catecismo son las partes que se identifican como las que deben ser “enseñadas a los fieles”. Esta enseñanza es que nadie se puede salvar sin el bautismo de agua.
LOS PAPAS RECOMENDARON LA SUMMA THEOLOGIAE DE SANTO TOMÁS DEL MISMO MODO EN QUE RECOMENDARON EL CATECISMO DE TRENTO
En su Summa Theologiae, Santo Tomás enseñó que María no fue concebida sin macula. Aquí está la prueba.
LA SUMMA THEOLOGIAE DE SANTO TOMÁS DE AQUINO CONTIENE ERROR MANIFIESTO SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Aunque la enseñanza de la Summa Theologiae contradice la verdad acerca de la Inmaculada Concepción, fue aprobada y recomendada por varios papas. También fue ubicada en el altar durante el Concilio de Trento. ¿Cómo pudieron los papas aprobar y recomendar en repetidas veces un libro que contiene una enseñanza tan evidentemente falsa sobre la Inmaculada Concepción? ¿Quiere decir que ellos estaban aprobando, recomendando y usando un libro “herético”? Claro que no, porque en la sustancia (en su conjunto), la enseñanza de la Summa Theologiae es católica y sólida, aunque haya algunos puntos o párrafos que no sean correctos. La aprobación papal no significa que Santo Tomás enseñó infalible o correctamente en todos los párrafos de la Summa Theologiae, sino que su enseñanza en el libro en general es católica. Además, todo lo contenido en el libro debe sujetarse a las proclamaciones de mayor peso.
En respuesta a estos puntos sobre la Summa, un partidario del ‘bautismo de deseo’ – un hombre con el cual debatí una vez, pero que huyó de un subsecuente debate porque él sabía que no podía defender su posición – hizo el siguiente argumento: pues Santo Tomás cometió su error sobre la Inmaculada Concepción antes de que fuera definido como dogma por el Papa Pío IX en 1854, por ende, su error en ese punto de la Summa Theologiae es irrelevante.
Ese argumento, uno debe decirlo, es patético. La doctrina que Santo Tomás propuso en la Summa Theologiae sobre la Inmaculada Concepción es FALSA. Si la aprobación dada a un libro por un papa tras otro significa necesariamente que el Magisterio aprueba la enseñanza de ese libro como verdadera en todos los párrafos, ese principio se habría mantenido como verdadero a través de toda la historia de la Iglesia. Por tanto, al aprobar y recomendar en repetidas ocasiones este libro, el Magisterio hubiera estado avalando como correcta la falsa enseñanza de Santo Tomás sobre la Inmaculada Concepción, incluso antes de que fuera definida solemnemente en 1854. Pero sabemos que el Magisterio no aprobó esa falsa opinión. Eso prueba que los papas pueden reiteradamente aprobar, utilizar y recomendar un libro como católico, a pesar de que el libro contenga ciertos puntos o párrafos que estén errados y que no deben ser observados. Sus aprobaciones hacia el libro son legítimas porque la enseñanza del libro en términos generales es católica, aunque este pueda contener algunos errores o ideas falsas.
Además, el antedicho argumento es destruido por el hecho de que los papas dieron el mismo tipo de aprobación y recomendación a la Summa Theologiae ¡después de que la Inmaculada Concepción fuera definida en 1854! Aquí hay algunos ejemplos.
LOS PAPAS TAMBIÉN APROBARON LA SUMMA THEOLOGIAE SIN RESERVA DESPUÉS DE 1854
En su documento Depuis le jour de 1899, el Papa León XIII alabó y recomendó la Summa Theologiae de Santo Tomás de la misma forma en que recomienda el Catecismo de Trento.
Pues bien, ¿la Summa Theologiae contiene herejía? Después de 1854 – y el Papa León XIII publicó Depuis le jour en 1899 – la opinión de Santo Tomás de Aquino sobre la Inmaculada Concepción no sólo sería errónea, sino herética.
Entonces, ¿qué es exactamente lo que significa la alabanza (y aprobación) del Papa León XIII por la Summa Theologiae? ¿Significa que cada párrafo o artículo en la Summa es infalible o puede ser mantenido? No. Ello significa que, en general, el libro es católico. No quiere decir que de los cientos de párrafos, no haya unos pocos que estén equivocados o no perfectamente conformes con la doctrina católica. Del mismo modo, el Catecismo de Trento en general es sólido; pero eso no significa que entre las 500 páginas de información, no haya uno o algunos párrafos que estén incorrectos. Y, como ya lo he demostrado, la enseñanza oficial del Catecismo, que dice que ha de ser enseñada a los fieles, es absolutamente correcta. Esta es, que nadie puede salvarse sin el sacramento del bautismo; y que nadie puede estar dentro de la Iglesia sin el sacramento del bautismo.
Aquí hay otros ejemplos de la enfática aprobación papal para la enseñanza de Santo Tomás de Aquino. Aun así, esta aprobación no demuestra que su enseñanza fue correcta o que pueda ser seguida en todos los casos.
Así que, Pío V dice que él es “la regla más firme”; y sin embargo, hay puntos de la enseñanza de Santo Tomás que NO PUEDEN ser sostenidos por un católico.
Los herejes del ‘bautismo de deseo’ no comprenden la enseñanza católica. Ellos abordan las enseñanzas dogmáticas y magisteriales desde una perspectiva centrada en el hombre, y no en una perspectiva centrada en Dios. Frente a los hechos antes mencionados, sus principios les obligarían a razonar de la siguiente manera: siendo que los papas reiteradamente aprobaron a Santo Tomás, así como también la Summa Theologiae, tanto antes y después de 1854, su enseñanza sobre la Inmaculada Concepción es consistente con la definición dogmática de la Inmaculada Concepción.
Pero esa sería una conclusión desastrosa. Su enseñanza sobre la Inmaculada Concepción no es consistente con la Ineffabilis Deus del Papa Pío IX. La aprobación que los papas dieron a la Summa Theologiae y a su obra fue en general. Ello no significa que todo lo que él enseñó es correcto. Ninguna de las declaraciones que aprobaron su trabajo fueron declaraciones infalibles de que todo en la Summa Theologiae o la enseñanza de Santo Tomas es correcto. De la misma manera es cierto para el Catecismo de Trento. Sí sería posible que un papa emitiera una declaración infalible de que un trabajo en particular es absoluta y completamente correcto en todo, pero tal declaración no fue hecha con respecto a la Summa Theologiae o al Catecismo de Trento.
EL PAPA PÍO X IMPUSO EL USO DE LA SUMMA THEOLOGIAE EN INSTITUTOS DE ITALIA, SIN CORREGIR SU FALSA ENSEÑANZA SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
¿Cómo podría el Papa Pío X imponer la obligación de usar la Summa como el libro de texto en 1914, cuando Santo Tomás enseña en este libro lo contrario a la Inmaculada Concepción? El Papa Pío X nunca ordenó que el error de la Summa sobre la Inmaculada Concepción fuera suprimido. De hecho, cuando aprueban o recomiendan la Summa, ninguno de los papas se molestó en corregir el error de Santo Tomás sobre la Inmaculada Concepción. Entonces, ¿cómo es posible que ellos la aprobaran o la recomendaran? Esto es posible porque ellos le dieron una aprobación general. Ellos no publicaron una declaración infalible de que todo en el libro es correcto.
Estos hechos refutan completamente el argumento presentado por los defensores del ‘bautismo de deseo’, el cual dice que una recomendación o aprobación papal del Catecismo de Trento significa necesariamente que todo en él es correcto. Ellos están completamente equivocados.
ELLOS CONFÍAN EN EL HOMBRE EN VEZ DE CONFIAR EN DIOS Y EN EL OFICIO DEL PAPADO
Existe una interesante dinámica de trabajo cuando los partidarios obstinados del ‘bautismo de deseo’ abordan estas materias. Mientras su retórica puede que dé la apariencia de una devoción hacia la enseñanza católica, esto es simplemente un engaño. Su supuesta devoción a pasajes selectivos en un catecismo o en la enseñanza de un teólogo no proviene de la creencia en la enseñanza de la Iglesia Católica. Es, por el contrario, puramente el producto de su confianza en el hombre. Ellos simplemente no pueden creer que un libro o trabajo usado o producido por hombres –que ellos admiran– no fuera corregido de toda posible manera por esos hombres. Ellos ponen la máxima confianza en un hombre y en sus trabajos falibles, aun cuando la Iglesia no enseña que Dios siempre proteja a los hombres en tales trabajos. Y mientras ellos tengan dicha confianza en las enseñanzas falibles y en las acciones de los hombres, carecen de la creencia similar en las enseñanzas infaliblemente protegidas de Dios y de su Iglesia. Ellos están privados de la fe sobrenatural en Dios y de una verdadera creencia en la infalibilidad papal, como un carisma dado únicamente a San Pedro y a sus sucesores. Este planteamiento es una clara marca de mala voluntad.
Si los obstinados defensores del ‘bautismo de deseo’ creyeran en Dios, ellos se enfocarían en lo que el Magisterio claramente enseña. Ellos se adherirían a lo que las declaraciones infaliblemente protegidas de la Iglesia de Dios directamente proclaman acerca del tema. El papado y los dogmas infaliblemente definen la regla de la fe católica. La regla de la fe no la deciden los teólogos o los libros falibles.
Si ellos tuvieran fidelidad hacia la enseñanza papal, entonces ellos verían que el Magisterio nunca ha enseñado el ‘bautismo de deseo’, o que ninguno puede salvarse sin la fe católica, o que ninguno puede salvarse sin ser un verdadero miembro en la Iglesia. Ellos se darían cuenta que mientras Dios protege cada milímetro y párrafo de tales proclamaciones, no se garantiza la misma protección a cada párrafo de la enseñanza de catecismos, teólogos, etc. Los hombres pueden estar equivocados y pasar por alto las cosas en un libro, como prueban los hechos sobre la Summa Theologiae. Las enseñanzas de la Cátedra de San Pedro no pueden estar erradas, y esa protección no se les garantizó a todos.
Si alguien ignora que la promesa de la infalibilidad fue dada únicamente a San Pedro y a sus sucesores, y no a otros miembros de la Iglesia (véase Lucas 22, 31-32), ha fallado en comprender la misma fundación de la Iglesia de Jesucristo sobre San Pedro.
LOS NUMEROSOS PROBLEMAS CON EL PÁRRAFO EN EL CATECISMO DE TRENTO QUE CITAN LOS PARTIDARIOS DEL ‘BAUTISMO DE DESEO’
Ahora consideremos los numerosos problemas en el párrafo del Catecismo típicamente citado por los defensores del ‘bautismo de deseo’. El párrafo es completamente impreciso y contiene numerosos errores. Este es realmente una farsa teológica: un escritor que insertó su propia opinión en el texto y cayó en numerosos errores como resultado.
En primer lugar, el párrafo no es infalible. Contradice la enseñanza dogmática de la Iglesia sobre la necesidad de renacer del agua y del Espíritu. También es contrario a la enseñanza oficial del Catecismo sobre el bautismo, como se explicó arriba.
En segundo lugar, y esto es clave, el párrafo no declara en ningún lado (ni tampoco en los acontecimientos anteriores al párrafo) que lo que está articulado aquí debe ser transmitido a los fieles. Por consiguiente, el párrafo de arriba no forma parte de la enseñanza sobre el bautismo que el Catecismo identifica como la doctrina para ser enseñada a los fieles. Es, por el contrario, una explicación para los sacerdotes del porqué el bautismo se dilata en el caso de los adultos. La explicación es errónea, como probare en definitiva al citar muchas enseñanzas papales autoritativas que la contradicen precisamente sobre la misma cuestión. Pero en esto encontramos la distinción clave: el Catecismo puede, en efecto, errar en una explicación que da a los sacerdotes párrocos; pero su enseñanza oficial sobre el bautismo donde dice que es la doctrina para ser enseñada a los fieles, es correcta. Su enseñanza oficial acerca del bautismo, que ha de ser transmitida a los fieles, es que nadie se puede salvar sin el sacramento del bautismo.
En tercer lugar, el antedicho párrafo declara que algún “caso repentino” puede imposibilitar a alguien la recepción del agua salvífica. La noción de que haya “casos repentinos” que puedan hacerle imposible a alguien recibir el bautismo es contraria a la enseñanza católica y a la providencia de Dios.
No es de extrañar que el Catecismo caiga en el antedicho error al intentar explicar la idea del ‘bautismo de deseo’. Cuando las personas articulan o defienden una falsa doctrina, ellas siempre serán inconsistentes y cometerán numerosos errores. De hecho, la enseñanza del Catecismo sobre los “casos repentinos” que imposibilitan recibir el bautismo, contradice su propia enseñanza.
En cuarto lugar, también debe notarse que el antedicho pasaje declara que la persona debe tener un “propósito y deseo de recibir el bautismo” para ser salvo. Ninguno de los defensores del ‘bautismo de deseo’ de hoy en día cree que uno deba tener un propósito de recibir el bautismo para ser salvo. Ellos creen que los paganos, judíos, musulmanes, etc., pueden salvarse sin la fe católica, sin creer en Cristo o sin tener un propósito de recibir el bautismo.
EL PÁRRAFO DEL CATECISMO SOBRE LA DEMORA EN BAUTIZAR A LOS ADULTOS CONVERSOS ES REFUTADA EN DEFINITIVA POR LA MÁS ALTA ENSEÑANZA DE LA SEDE APOSTÓLICA, EXACTAMENTE SOBRE ESA MISMA CUESTIÓN
En quinto lugar, la información del Catecismo de que se “dilatase” el bautismo a los adultos conversos es absoluta y completamente equivocada. Esta información está contradicha y refutada por la enseñanza de numerosos papas en documentos autoritativos de la Sede Apostólica. El Catecismo reclama que el bautismo a los adultos puede dilatarse porque ellos pueden ser salvos sin la fuente de salvación, con el propósito y deseo de recibir el bautismo. Pero la Iglesia enseña exactamente lo opuesto.
En el año 385 d.C., el Papa San Siricio emitió un Decreto a Himerio. Este es el decreto papal más antiguo en la historia que aún sobrevive. El Decreto a Himerio fue promulgado por Siricio con su plena autoridad papal. En el decreto, el Papa San Siricio invoca su autoridad apostólica como sucesor de San Pedro. También declara que su decreto vincula a todas las iglesias, todos los obispos y todos los sacerdotes. No puede haber un decreto sobre la ley de la Iglesia más autoritario que el Decreto a Himerio del Papa San Siricio. Aquí está lo que el Papa declara.
Como podemos ver, él enseña con autoridad que aún si esos catecúmenos adultos que deseaban el bautismo morían antes de recibirlo, no podrían salvarse. Esto rechaza completamente la idea del ‘bautismo de deseo’. Él también enseña que el sacramento del bautismo es la única vía que ellos tienen para salvarse, y que si hay algún peligro ellos deben ser bautizados de inmediato. Aquellos que enseñan que las personas que desean el bautismo pueden salvarse sin recibirlo, contradicen la regla de la fe católica. Aquellos que enseñan que existe una manera de salvarse además de recibir la fuente de salvación del bautismo de agua, contradicen la regla de la fe católica.
Como el decreto del Papa proclama, recibir el agua del bautismo es la unico credulitatis auxilio (única ayuda de la fe). ‘Unico’, que es un caso del latín de ‘unicus’, significa: único, individual, sin par, sin paralelo. No puede haber otras alternativas, no hay otros tipos de bautismo. Según la fe católica, recibir el agua del bautismo es la única manera de ser salvo, para los infantes, para aquellos que lo desean, o para aquellos que están en algún tipo de apuro, necesidad, enfermedad, etc. Esa es la enseñanza del Papa San Siricio.
En el mismo contexto, el Papa comienza hablando de la costumbre de dilatar el bautismo de los adultos convertidos hasta el tiempo de Pascua. El tiempo pascual es cuando se celebra la resurrección. Siendo que el bautismo es el renacer, del estado de condenación, a la nueva vida en Cristo (véase Colosenses 2, 12; Romanos 6, 3-4; etc.), se convirtió en costumbre el celebrar el bautismo de los adultos conversos en el tiempo pascual, después de que los catecúmenos sin bautizar habían pasado por un tiempo de prueba e instrucción, en preparación para la vida cristiana. Como este decreto y otros claramente prueban, la costumbre de demorar el bautismo de los adultos hasta el tiempo pascual, no era incompatible con la posición –y con la enseñanza infalible de la Iglesia– de que aquellos que se preparaban para el bautismo, en efecto estarían perdidos si ellos morían antes de recibirlo. Ninguno puede salvarse sin el bautismo, como Jesús lo declaró en Juan 3, 5 y como enseña infaliblemente la Iglesia. Dios puede y conservará con vida a las almas sinceras de buena voluntad hasta su bautismo. Él tiene el control.
La práctica de bautizar a los adultos convertidos en el tiempo pascual (y la costumbre de un catecumenado extenso) era disciplinaria. No era un requerimiento de la tradición apostólica, como vemos en Hechos capítulo 8. Allí leemos que Felipe bautizó al eunuco de Candace después de una breve discusión de las bases de la fe cristiana.
Entonces, mientras declara que la santa observancia pascual debe continuar, el Papa Siricio agrega que, si estos catecúmenos sin bautizar se encuentran absolutamente en alguna necesidad, deben ser bautizados a la mayor brevedad posible – esto es, con prontitud o de inmediato. Siricio luego explica por qué es tan insistente en este punto. Él declara que deben ser bautizados de inmediato en cualquier tipo de necesidad, “por miedo a que, si dejasen este mundo, fuesen privados del Reino y de la vida por haber sido rechazada la fuente de salvación que deseaban, esto puede conducir a la ruina de nuestras almas”. El Papa enseña que todo aquel que desea el agua del bautismo, pero muere sin recibirla, no se salvará. Obviamente, eso contradice completamente el concepto del ‘bautismo de deseo’. Para una discusión completa del decreto de Siricio, y cómo este refuta completamente al ‘bautismo de deseo’, por favor remítase a nuestro video inglés sobre esta materia: The Latin Text of the Oldest Surviving Papal Decree Rejects “Baptism of Desire”.
El decreto del Papa San Siricio prueba que la explicación del Catecismo de Trento sobre la dilación en bautizar a los adultos conversos, está simplemente equivocada. No forma parte de la enseñanza oficial del Catecismo que debe ser comunicada a los fieles.
En las siguientes dos declaraciones, vemos que el Papa San León Magno repitió, en un lenguaje similar, las mismas enseñanzas que encontramos en el decreto del Papa San Siricio. Por tanto, él también rechazó al concepto del ‘bautismo de deseo’ y al erróneo párrafo del Catecismo de Trento.
Nótese que en este pasaje él enseña que las personas que iban a ser regeneradas (los catecúmenos sin bautizar) perderían sus almas si ellas no reciben el agua del bautismo. No hay ‘bautismo de deseo’. Recibir el sacramento del bautismo es la única forma de ser salvo. Esa es la enseñanza de la Sede Apostólica. La siguiente cita expresa bien la misma posición.
Papa San León Magno, Carta 16, 21 de octubre de 447, # 6: “Por lo tanto, así como está totalmente claro que estas dos temporadas [Pascua y Pentecostés] de las que hemos estado hablando son las legítimas para bautizar a los elegidos en la Iglesia, Nos exhortamos, amados, a no agregar otros días para esta observancia. Puesto que, aunque hay otras festividades en las cuales se debe mucha reverencia en honor de Dios, todavía debemos proteger racionalmente este principal y más grande sacramento como un profundo misterio y no como parte de la rutina ordinaria: sin embargo, no se prohíbe la licencia para socorrer a aquellos que están en peligro, administrándoles el bautismo en cualquier momento. Pues, aunque posponemos los votos de aquellos que no están presionados por la enfermedad y viven en una seguridad pacífica a esas dos cercanamente unidas y afines festividades, no les rehusamos en ningún momento esto que es la única salvaguarda de la verdadera salvación a cualquiera en peligro de muerte, en la crisis de un asedio, en la angustia de una persecución, en el terror de un naufragio”.
Como podemos ver, recibir el agua del bautismo es el único camino para ser salvo.
RESUMEN DEL PÁRRAFO FALSO EN EL CATECISMO DE TRENTO
Entonces, por las siguientes razones, el único párrafo en el Catecismo de Trento, que expresa la idea de que uno puede justificarse y salvarse con el propósito y el deseo de recibir el bautismo, no demuestra que la Iglesia haya enseñado el ‘bautismo de deseo’.
1) El párrafo ni siquiera hizo parte de la enseñanza oficial del Catecismo para ser transmitida a los fieles, ni tampoco fue infalible;
2) El párrafo tiene terminología teológica inadecuada sobre los casos repentinos en los cuales le es imposible a alguien alcanzar el bautismo;
3) Este contradice la enseñanza expresa (y mucho más autoritaria) de la Sede Apostólica en exactamente el mismo asunto: la dilación en bautizar a los adultos conversos (véase lo escrito arriba sobre los Papas San Siricio y San León Magno);
4) Este contradice la enseñanza dogmática de la Iglesia y las declaraciones de la Sede Apostólica acerca del sacramento del bautismo, la cual dice que nadie que desee el bautismo puede salvarse sin recibirlo;
5) Este contradice su propia enseñanza oficial.
¿Es posible que dentro de la información de las aproximadamente 500 páginas del Catecismo, haya alguna información dada a los párrocos que no es correcta? SÍ, como se demostró arriba. Este es claramente el caso del antedicho párrafo en el Catecismo. No obstante, en esos puntos doctrinales que el Catecismo dice que han de ser transmitidos a los fieles, se representa fielmente la enseñanza católica. Allí se declara que se ha de enseñar a los fieles que nadie puede salvarse o estar dentro de la Iglesia sin el sacramento del bautismo.
Dios permite que se enseñen errores mediante hombres falibles y a través de fuentes falibles, porque, como la Escritura enseña, debe haber falsas doctrinas.
El agua del bautismo es el único medio para salvarse. Esa es la enseñanza dogmática de la Iglesia.
Sea niño o adulto, Dios conservará con vida a cualquier persona de buena voluntad lo suficiente para que reciba el sacramento del bautismo.
EL CATECISMO DEL CONCILIO DE TRENTO SE ADHIERE AL DECRETO DEL CONCILIO DE FLORENCIA EXULTATE DEO
Para completar la refutación a esta objeción, es importante destacar que en repetidas veces el Catecismo de Trento hace referencias al Concilio de Florencia. De hecho, hace referencia específicamente a la bula Exultate Deo del Concilio de Florencia.
En estos pasajes, nótese que el Catecismo se refiere a la enseñanza de la bula Exultate Deo como una “definición”, y de la cual “nadie puede formar duda”. El Catecismo de Trento, de este modo, se adhiere a la enseñanza de la bula Exultate Deo y la considera infalible. El Catecismo en sí reconoce a la enseñanza de Exultate Deo, como teniendo una autoridad más elevada que la de él mismo.
El lugar donde el Concilio de Florencia “decretó” el efecto de la Penitencia fue en la bula Exultate Deo. Con respecto a esta bula, el Catecismo también declara:
Y ¿cuál enseñanza encontramos en la bula Exultate Deo sobre la necesidad del bautismo – la misma enseñanza que se halla en cada pronunciamiento dogmático y magisterial sobre este asunto? La enseñanza del Concilio de Florencia, a la cual el Catecismo de Trento en sí se adhiere, es que nadie puede entrar al cielo sin el sacramento del bautismo.
El ‘bautismo de deseo’ no es consistente con esa enseñanza.
SAN ALFONSO TAMBIÉN ENSEÑA QUE EL DECRETO EXULTATE DEO DEL CONCILIO DE FLORENCIA TIENE MAYOR AUTORIDAD QUE EL CATECISMO DE TRENTO, Y QUE SU ENSEÑANZA PUEDE PROBAR LO QUE LA ENSEÑANZA DEL CATECISMO NO PUEDE PROBAR
También es muy interesante que San Alfonso María de Ligorio, en su libro La historia de las herejías, se refiera a la enseñanza de la bula Exultate Deo. El da a la enseñanza del Concilio de Florencia, en la bula Exultate Deo, una autoridad más elevada que a la del Catecismo Romano. Consideremos sus palabras.
Refiriéndose a la posición de que el bálsamo es requerido para la confirmación, San Alfonso hace referencia a Belarmino, a Santo Tomás y al Catecismo Romano (es decir, al Catecismo de Trento). No obstante, él dice únicamente que la posición “se prueba” en el Concilio de Florencia. La parte de Florencia a la que él se refiere es la bula Exultate Deo. Claramente, según San Alfonso, la bula Exultate Deo del Concilio de Florencia tiene una autoridad que el Catecismo Romano no tiene. Su enseñanza puede probar lo que el Catecismo no puede.
La enseñanza de la bula Exultate Deo del Concilio de Florencia es que nadie puede entrar al cielo sin el sacramento del bautismo.
Debido a todas las razones que hemos cubierto, la objeción presentada por los partidarios del ‘bautismo de deseo’ del Catecismo de Trento no tiene ninguna credibilidad.
La enseñanza infalible de la Iglesia católica es que hay sólo un camino por el cual las personas pueden salvarse: renacer del agua y del Espíritu Santo en el sacramento del bautismo, como Jesús lo enseñó en Juan 3, 5. Incluso aquellos que desean el agua del bautismo, y se hallan a sí mismos en un accidente, perderán el reino y la vida si ellos parten de este mundo sin el agua de la salvación (Papa San Siricio). Sin embargo, Dios que es justo y todopoderoso, puede y conservará vivos a todos sus elegidos para recibir la única ayuda de la fe. Quien enseñe obstinadamente cualquier otra cosa a la luz de estos hechos, es contradecir y rechazar la enseñanza infalible de la Iglesia católica.
[1] Catecismo del Santo Concilio de Trento para los párrocos, P. Agustín Zorita, Valencia, año 1782. - https://books.google.com/books?id=fFPicoyNyfkC&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false
[2] El “Catecismo Romano” del Concilio de Trento, P. Pedro Martín Hernández, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), Madrid 1951. - http://www.mercaba.org/Catecismo/ROMANO/catecismo_romano_concilio_Trento.htm
[3] http://ec.aciprensa.com/wiki/Alma
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