
“Respondemos así a tu pregunta: El presbítero que, como por tu carta me indicaste, concluyó su día último sin el agua del bautismo, puesto que perseveró en la fe de la santa madre Iglesia y en la confesión del nombre de Cristo, afirmamos sin dudad ninguna (por la autoridad de los Santos Padres Agustín y Ambrosio), que quedó libre del pecado original y alcanzó el gozo de la vida eterna. Lee, hermano, el libro VIII de Agustín, De la ciudad de Dios, donde, entre otras cosas, se lee: ‘Invisiblemente se administra un bautismo, al que no excluyó el desprecio de la religión, sino el término de la necesidad’. Revuelve también el libro de Ambrosio sobre la muerte de Valentiniano, que afirma lo mismo. Acalladas, pues, tus preguntas, atente a las sentencias de los doctos Padres y manda ofrecer en tu Iglesia continuas oraciones y sacrificios por el mentado presbítero”[1].
---- Aquí va el texto de la carta que citamos más arriba ----
“Ahora, hay más que de algunos problemas relacionados con esta carta. En primer lugar, ella depende enteramente del testimonio de San Ambrosio y San Agustín para su conclusión. Sus premisas son falsas, porque los Padres citados en realidad no sostuvieron las opiniones aquí atribuidas a ellos (autor: como se ha señalado, una mera expresión sentimentalmente especulativa no prueba que ellos la sostuvieran como enseñanza oficial)… “Por último, incluso hay una duda de quién escribió esta carta. Muchas autoridades la atribuyen a Inocencio III (1198-1216). Esta duda se menciona en el Denzinger. La carta tampoco está en armonía con la totalidad de sus declaraciones. En cualquier caso, un intervalo de 55 años separó los dos pontificados. Entonces, se presenta una carta privada de la que se desconoce la fecha, el autor y a quién está dirigida, como llevando sobre sí todo el peso del magisterio solemne, carta a su vez basada en premisas falsas y contradiciendo innumerables documentos irrefutablemente válidos y solemnes. Si esta misiva (carta) tratara de cualquier otra doctrina, ni siquiera se la tomaría en cuenta. Pero como veremos, sin embargo, la mistificación y el engaño son parte de la historia sobre este tema de la salvación. Tal vez esta carta se atribuyó a Inocencio III debido a su afirmación de que las palabras de la consagración en la Misa no deben en realidad ser pronunciadas por el sacerdote, sino solo pensadas interiormente – una especie de Eucaristía por deseo. Posteriormente, Santo Tomás de Aquino lo reprendió sobre este punto. “Pero Inocencio III es la clave para entender la enseñanza original de la Iglesia sobre este tema. En su tiempo (como siempre hasta el segundo concilio de Baltimore) estaba prohibido enterrar en tierra consagrada a los no bautizados (sean catecúmenos o incluso hijos de padres católicos). Él explicó la racionalidad de esta ley al escribir: ‘Ha sido decretado por los sagrados cánones, que no debemos tener comunión con aquellos que están muertos, si no nos hemos comunicado con ellos mientras vivían’ (Dec. III, XXVIII, xii)”. – Fin de la cita de Deseo y Engaño.Estas consideraciones descartan cualquier argumento a favor del bautismo de deseo. La carta, si bien por cierto no es infalible, podría ser una falsificación.
E interesa mucho el calendario católico..para tener presente todos los acontecimientos catolicos
Marcelino Rodríguez de la fuente 5 díasLeer más...