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Algunos argumentan que la ley divina prohíbe a los católicos asistir a la Misa de aquel que saben que es un hereje – completamente erróneo y refutado por Santo Tomás y el IV Concilio de Letrán
vaticanocatolico.com
Hno. Pedro Dimond
Publicado originalmente en inglés el 12 de febrero de 2008
El Papa Inocencio III aprobó el Cuarto Concilio de Letrán
Objeción: La ley divina prohíbe a los católicos asistir a sabiendas a Misa, o recibir la comunión, de alguien que ellos reconocen ser un hereje. Hacer esto es unirse espiritualmente con esa persona no católica. Enseñar que es permitido asistir la Misa de tal hereje es, en sí mismo, herejía y mortalmente pecaminoso. La prueba de esta posición se encuentra en la enseñanza de Santo Tomás de Aquino.
Asunto: Santo Tomás sobre el asistir las Misa dichas por herejes
Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, Suppl. Part, q. 82., a. 9: “Debe decirse que, como arriba se ha expuesto (a. 7 y 8) los sacerdotes, si son herejes o cismáticos o excomulgados, o aun pecadores, aunque tengan la potestad de consagrar la Eucaristía, no usan rectamente de ella, sino que usándola pecan. Y todo el que comunica con alguno en su pecado se hace partícipe de este pecado. Por lo cual se ha dicho (2 Juan 11) ‘el que lo saluda (al hereje) comunica en sus malas obras’. Y por tanto no es lícito recibir la comunión de los susodichos u oír su misa”.
RESPUESTA: Esta objeción es falsa por muchas razones. Es otro ejemplo de un “dogma” que ha sido inventado por los cismáticos. Ellos tienen la costumbre de declarar sus propios “dogmas”, sin ninguna prueba de que tales cosas hayan sido enseñadas por la Iglesia. En muchos casos, los “dogmas” que inventan ni siquiera tratan de la materia propia de una definición dogmática – es decir, cuestiones que están íntimamente vinculadas con las verdades de la fe o costumbres que deben ser creídas por todos los cristianos. Es muy interesante que no pueden citar ni una sola declaración de un Papa o concilio que diga algo en este sentido: los católicos no pueden asistir a Misa, o recibir la comunión, de alguien que reconocen ser un hereje.
Vamos a ver qué tan falsa es su objeción cuando examinamos el resto de la cita de Santo Tomás de Aquino y mostramos cómo su significado es iluminado por un decreto del Cuarto Concilio de Letrán. Las personas que hacen esta objeción sostienen que nuestra posición – esto es, que las personas pueden recibir la comunión de ciertos herejes no declarados sin apoyarlos (por ejemplo, algunos sacerdotes que celebran una misa tradicional que profesan ser católicos, pero no son notorios o impositivos de su herejía) – es pecaminosa y contradice las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino. Es una lástima que estos individuos por lo general sólo citan una parte de la enseñanza de Santo Tomás sobre este punto; no abordan la parte que sigue, la cual contradice su posición y confirma la nuestra. Eso es típico de los cismáticos. Las palabras de Santo Tomás, que a menudo ellos no incluyen, son:
Las personas deben leer con mucha atención la parte en negrita y subrayada. Ello muestra que nuestra posición está en perfecta armonía con la enseñanza de Santo Tomás de Aquino. Refuta la posición que el recibir la comunión (o asistir la misa) de un sacerdote que profesa ser católico, pero que es un hereje, nunca está permitido y siempre es pecaminoso o herético o en contra de la ley divina.
Esta cita muestra que no es ilícito ipso facto recibir la comunión de dicho sacerdote o asistir a su misa. Antes de un pronunciamiento oficial de la Iglesia, hay una distinción entre un sacerdote y los grupos notoriamente heréticos (por ejemplo, los protestantes y “ortodoxos” orientales) – a los que uno nunca podría ir. Ahora bien, esto es muy importante: pueden surgir situaciones con el sacerdote que todavía no ha sido oficialmente sentenciado en su contra; sentencia por la cual recibir la comunión de él sería ilícito. Por ejemplo, esto sería si las circunstancias hicieran que su herejía fuese tan notoria o impositiva que el escándalo sería inevitable. Por eso señalamos que uno no debe ir a esos sacerdotes, como hemos explicado. Pero esta cita de Santo Tomás refuta la posición de los cismáticos de que siempre es contrario a la ley divina o mortalmente pecaminoso recibir la comunión (o estar presente en la misa) de un sacerdote que uno reconoce ser un hereje. Esto también se demuestra por el siguiente decreto del Cuarto Concilio de Letrán. Este decreto demuestra que nuestra comprensión del pasaje de Santo Tomás es la comprensión correcta. Y lo más importante, nos demuestra que nuestra comprensión de este asunto es la comprensión católica.
Téngase en cuenta de esto con mucha diligencia. Hablando de los que “reciban, defiendan o ayuden a los herejes”, el Cuarto Consejo de Letrán decreta que aquellos que se niegan a evitar estas personas, DESPUÉS DE HABER SIDO SEÑALADOS POR LA IGLESIA, deben ser excomulgados. Éste es otro ejemplo demostrando que nuestra posición es la verdadera posición católica, y que los que la condenan son cismáticos no católicos.
Si fuese la enseñanza de la ley divina, como dicen los cismáticos radicales, que uno nunca podrá recibir la comunión (o estar presente en la misa) de alguien que uno reconoce ser un hereje, entonces el Cuarto Concilio de Letrán nunca lo hubiera decretado como lo hizo. Hubiese decretado que uno debe evitar a estas personas y clérigos en cuanto uno reconoce que ellos reciban, defiendan o ayuden a los herejes. No habría dicho “después de haber sido señalados por la Iglesia”. Aquellos que reciben, defienden o ayudan a los herejes son, en muchos casos, herejes no declarados. La gente no tiende a “recibir, defender o ayudar a los herejes” a menos que ellos mismos sean herejes, por supuesto. Así como hay multitud de herejes no declarados en nuestros días, ciertamente hubo algunos herejes no declarados en la época del Cuarto Concilio de Letrán, así como en todas las épocas de la historia de la Iglesia. Estos herejes no declarados fueron personas que los creyentes pudieron reconocer ser herejes, antes del pronunciamiento o sentencia de la Iglesia, mediante las acciones como “ayudar” o “defender” a los herejes. Algunos de estos individuos eran clérigos, como podemos ver en la cita anterior. Sin embargo, el Cuarto Concilio de Letrán decretó que sólo exige imperativamente, en cada caso, evitarlos DESPUÉS DE HABER SIDO SEÑALADOS POR LA IGLESIA. Francamente, esto destruye la posición cismática de los que condenan nuestra posición perfectamente católica. Es la última estocada del mito de que es un “dogma” o parte de la “ley divina” que un católico nunca puede asistir a sabiendas a la misa, o recibir la comunión, de un hereje no declarado.
Es obvio que este concilio no estaba consciente de la supuesta “ley divina” y “dogma” – que ha sido inventado por los cismáticos no católicos – que siempre es pecado mortal o herético asistir a la misa de alguien que usted reconoce ser un hereje. (Nótese que describo estos puntos en términos de “alguien que usted reconoce ser un hereje”, ya que los cismáticos les gusta afirmar que son herejes “notorios” todos aquellos que pueden ser reconocidos como herejes, y el describirlo en estos términos muestra que sus argumentos acerca de lo que significa “notorio” son irrelevantes). Así que, para repetir el punto: el Cuarto Concilio de Letrán claramente no consideró que es contra la ley divina que un católico asista siempre a la misa de alguien que él reconoce ser un hereje. Si el Concilio lo hiciera, entonces hubiese legislado que los católicos deben evitar a dichas personas tan pronto como se le reconoce que ellos defienden o ayudan a herejes, no “después de haber sido señalados por la Iglesia”. Así que, contrariamente a las reclamaciones falsas de los cismáticos, no es en todos los casos contra la ley divina, o “herejía”, o pecado mortal, que un católico reciba a sabiendas la comunión (o asista a la misa) de una persona que reconoce ser un hereje. Algunos de estos cismáticos incluso afirman que es pecado mortal estar presentes en una misa donde esté también presente un hereje. Esto es aún más patentemente ridículo y también se refuta totalmente por lo dicho anteriormente.
En tercer lugar, nótese cómo la cita del Cuarto Concilio de Letrán arroja más luz sobre el significado del pasaje de Santo Tomás de Aquino. Compare el lenguaje de los dos con mucha atención:
¿No suena como que estaban enseñando la misma cosa? Es bastante obvio que ciertamente estaban enseñando la misma cosa. Es importante señalar que las dos citas provienen del mismo siglo. Santo Tomás escribió su Summa Theologica desde 1265-1274, a sólo unas pocas décadas después del Cuarto Concilio de Letrán.
La comparación de estas dos citas es muy importante en la refutación de las mentiras de los cismáticos. En respuesta a la cita anterior de Santo Tomás de Aquino, los cismáticos radicales hacen un esfuerzo extraordinario para sacar conclusiones de las palabras de Santo Tomás que no se encuentran allí. Ellos argumentan:
Santo Tomás sólo está hablando de los pecadores en la cita anterior. No está incluyendo a herejes en su declaración de que “no lo están sin embargo, en cuanto a los otros por sentencia de la Iglesia. Y por esto, hasta la sentencia de la iglesia, es lícito recibir de ellos la comunión y oír su misa”.
Ellos reconocen que están en grandes problemas (es decir, en cisma) si Santo Tomás sí estuviere incluyendo a los herejes en su declaración. Basado de una lectura cuidadosa del texto por sí mismo, el argumento de que no estaba incluyendo a los herejes en su declaración es patéticamente débil. Es mucho más plausible que la declaración de Santo Tomás se refiera en general a todas las categorías de personas objeto de discusión. Su declaración abarca las diversas categorías de personas (herejes, excomulgados, etc.), los cuales todos ellos son pecadores. Si estuviera hablando de pecadores que no son herejes, lo habría dejado explícito, pero no lo hace. Él está inculcando el principio general de que la obligación de evitar absolutamente (y en todos los casos) a dichos individuos comienza después de que se haya pronunciado la sentencia de la Iglesia. Sin embargo, cualquier duda acerca de su significado es eliminada mediante el examen del decreto del Cuarto Concilio de Letrán antes mencionado.
Pues cuando examinamos el decreto del Cuarto Concilio de Letrán, que claramente enseñó el mismo concepto que Santo Tomás, hay que preguntarse de inmediato: ¿su legislación se limitaba a los “pecadores”? Es obvio que no. Su legislación claramente incluyó, no sólo a los “pecadores”, sino a personas que están involucradas en la herejía al recibir, defender o ayudar a los herejes. Esto refuta la falsa acusación de los cismáticos y demuestra que nuestra comprensión de la enseñanza de Santo Tomás es la correcta. Y lo más importante, ello prueba que la enseñanza del Cuarto Concilio de Letrán se ajusta a lo que sostienen los católicos como nosotros. Ella se opone a las mentiras enseñadas por los cismáticos – que tienen una propensión de inventar sus propios dogmas.
Por último, por favor téngase en cuenta que el decreto del Cuarto Concilio de Letrán dice que los clérigos “no deben, por supuesto, dar los sacramentos de la Iglesia a tales personas pestilentes ni darles una sepultura cristiana…”. Pues aunque no siempre es necesario evitar a las personas que reciban, defiendan o ayuden a los herejes, un clérigo no les puede dar la sagrada comunión, etc. La cuestión de dar la sagrada comunión, etc. a una persona que es un hereje es conexo a la ley divina. Es inmutable porque está inextricablemente vinculada a la verdad definida de la fe que debemos creer: que un hereje, por estar fuera de la Iglesia, no puede beneficiarse de la sagrada comunión, etc. Por eso esa ley nunca puede cambiar o tener excepciones. Pero las leyes que reglamentan si un católico puede recibir de un hereje son diferentes. No son de la misma inmutable y dogmática naturaleza porque no es un dogma que los católicos no pueden beneficiarse de los sacramentos o misas oficiadas por aquellos que son pecadores mortales o malos o heréticos. Ciertamente pueden, en ciertos casos. Por eso están completamente equivocados aquellos que tratan de argumentar que es lo mismo recibir y dar la comunión, etc., y afirmar que ambos están conectados con la inmutable ley divina y no admiten excepciones. Su error revela que estos cismáticos, estando fuera de la Iglesia y en las tinieblas, carecen de un sentido católico básico. Carecen del sentido católico básico que indica a los miembros de los fieles acerca de raciocinios inválidos y de argumentos falsos que chocan con los principios católicos y el sentido común.
Para regresar a los otros temas: ¿Puede uno recibir los sacramentos en estos tiempos difíciles?
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