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4ª objeción: ¿Qué hay sobre la herejía material? ¿No pueden ser sólo herejes materiales los papas del Vaticano II?
Respuesta: Un hereje “material” es un católico errado de buena fe sobre un problema dogmático. No hay duda que los antipapas del Vaticano II son verdaderos herejes. Ellos no pueden ser herejes materiales (católicos errados de buena fe) por varias razones. Las más importantes entre estas razones son: 1) ellos no guardan los misterios esenciales de la fe, 2) ellos rechazan dogmas evidentes de los cuales están plenamente conscientes.
Un “hereje material” es un término utilizado por los teólogos para describir a un católico errado de buena fe con respecto a algunas enseñanzas de la Iglesia, pero que no las ha negado deliberadamente. La única manera en que se pueda ser un “hereje material” es no estando consciente de que la posición que se sostiene es contraria a la enseñanza de la Iglesia. Tal persona cambiaría inmediatamente su posición una vez que se le informe acerca de la enseñanza de la Iglesia. Por lo tanto, el supuesto “hereje material” no es un hereje, sino más bien es un católico confundido que no niega nada de lo que él sabe que la Iglesia ha enseñado. El hecho de que el supuesto “hereje material” no sea un hereje se demuestra por el hecho de que el supuesto “hereje material” no deja de ser miembro de la Iglesia, y ya hemos probado por muchas citas que todos los herejes dejan de ser miembros de la Iglesia.
Además, el supuesto del “hereje material” (un católico errado) no hace que caiga sobre su cabeza el castigo eterno por negar la fe; en cambio, en todos los herejes cae sobre sus cabezas el castigo eterno por negar la fe.
Un hereje material, por lo tanto, no es un hereje, sino un católico que inocentemente está equivocado sobre alguna enseñanza de la Iglesia. Por lo tanto, los que afirman que Benedicto XVI no está consciente de todos los dogmas que él niega, y por lo tanto, sería sólo un “hereje material” (en otras palabras, un católico errado), no sólo están argumentando algo que es absurdo, sino más bien algo que es IMPOSIBLE. Es imposible que Benedicto XVI sea sólo un supuesto “hereje material” por tres razones:
No 1): Es un hecho que Benedicto XVI conoce muchos de los dogmas de la Iglesia que él niega. Él sabe más sobre la enseñanza católica que casi ningún otro hombre en el mundo. Todo el tiempo da discursos sobre los pronunciamientos dogmáticos de la Iglesia ―los mismos que él contradice y rechaza, como son los del Primer Concilio Vaticano―.
En estas citas podemos constatar la familiaridad de Benedicto XVI con la enseñanza católica, incluyendo los mismos concilios que él niega. Lo mismo ocurre con Juan Pablo II y sus “predecesores”. Por ejemplo, en el acuerdo aprobado por Juan Pablo II con la iglesia luterana sobre la justificación, en 1999, Juan Pablo II estuvo de acuerdo en que el Concilio de Trento ya no se aplica.
No hace falta decir que él no podía ignorar el Concilio de Trento si él está de acuerdo en que ya no tiene aplicación. Por otra parte, Benedicto XVI tiene varios doctorados en teología y ha escrito muchos libros que tratan con las complejidades del dogma católico. Nosotros hemos leído veinticuatro de sus libros, y podemos decir que Benedicto XVI está más familiarizado con lo que enseña la Iglesia Católica que ninguna otra persona en el mundo. Decir que Benedicto XVI o Juan Pablo II o Pablo VI o Juan XXIII no tenían conocimiento de las enseñanzas más simples de la Iglesia que ellos niegan, tales como, la enseñanza respecto a nuestro Señor, la enseñanza contra el protestantismo, sobre la salvación, en contra de las falsas religiones, sobre la libertad religiosa, etc., es algo falso y ridículo en grado máximo. Es una pura locura afirmar, por ejemplo, que Benedicto XVI no está consciente del dogma de que los protestantes están obligados, bajo pena de herejía, a aceptar el papado; recuérdese que él enseña todo lo contrario. Esto equivale a decir que uno podría ser chef de un restaurante de primera clase y no saber qué es una lechuga. Pero eso es exactamente lo que nos quieren hacer creer aquellos que promueven el argumento del “hereje material”.
No 2): Es imposible que Benedicto XVI sea sólo un “hereje material” o un católico errado porque ―suponiendo por un momento que él no estuviera consciente de los muchos dogmas que él niega (cosa que, como hemos dicho, es definitivamente falso)― siendo un hombre que pretende ser obispo y papa, él está obligado a haberlas aprendido. Por lo tanto, él no tiene excusa como para decir que no está consciente de los dogmas fundamentales de la Iglesia que él niega.
Un manual de derecho canónico enseña: “Si el delincuente que hace esta aseveración es un clérigo, su alegato a favor de la mitigación debe ser desestimado, ya sea como falso, o bien como una indicación de ignorancia fingida, o al menos crasa y supina. … Su formación eclesiástica en el seminario, con su teología moral y dogmática, su historia eclesiástica, por no mencionar el derecho canónico, todo asegura que se le enseñó la actitud de la Iglesia respecto a la herejía”[6].
No 3): Es imposible que Benedicto XVI solo sea meramente un “hereje material” porque hay ciertas cosas que todo adulto debe sostener por necesidad de medio para ser católico, y Benedicto XVI no sostiene esas cosas. Todo católico adulto debe creer (para justificarse y salvarse) en la Santísima Trinidad, en la encarnación del Verbo, que Jesucristo y su Iglesia son verdaderos, y que las religiones distintas a la que estableció nuestro Señor Jesucristo son falsas. Estos misterios esenciales deben ser conocidos por necesidad de medio.
En otras palabras, todo católico por sobre la edad de la razón debe tener un conocimiento positivo de ciertos misterios de la fe para salvarse. No hay excusas, ni siquiera por la ignorancia. Por lo tanto, si uno tiene una creencia que menoscaba la fe en esos misterios, aunque se le haya enseñado de forma incorrecta, ése no es católico.
Por ejemplo, si alguien realmente cree en tres dioses diferentes y no en tres personas divinas en un solo Dios, ese tal no es católico. Esto vale incluso si nunca se le enseñó la verdadera doctrina sobre la Trinidad. Él no es católico, ya que su creencia contradice un misterio esencial que debe conocer para guardar la verdadera fe.
Del mismo modo, si alguien cree que las otras religiones, como el islam, el judaísmo, etc. también son buenas, entonces aquél no cree que Cristo (y, por extensión, su Iglesia) es la única verdad. Si alguien no cree que Cristo (y, por extensión, su Iglesia) sea la única verdad, entonces no tiene la fe católica. Esto vale incluso si nunca se le enseñó la verdadera doctrina al respecto, por eso el papa Pío XI dice que se apartan de la verdadera religión todos cuantos sustentan la opinión de que todas las religiones “son, con poca diferencia, buenas y laudables”.
Pues ya hemos demostrado que Benedicto XVI y sus “predecesores” creen que el judaísmo, el islam, etc. son buenos. Benedicto XVI incluso fue iniciado en el islam en una mezquita, el 30 de noviembre de 2006. Él y sus “predecesores” elogian esas religiones. Benedicto XVI específicamente calificó de “noble” al islam y dijo que representa la “grandeza”. No es posible que él crea en esto y sea un “hereje material” católico, puesto que él no cree en un misterio esencial que debe sostenerse para guardar la verdadera fe, esto es, que Cristo es la única verdad. Por lo tanto, Benedicto XVI no es católico.
Esto también se prueba desde otro ángulo. Puesto que es un misterio esencial de la fe católica que Cristo (y, por extensión, su Iglesia) es la única verdad, se sigue que los que creen en este misterio también sostienen que la Iglesia de Cristo debe ser creída. Esta es la enseñanza del papa León XIII.
Si alguien cree que la religión católica no tiene que ser aceptada por los acatólicos, entonces no es un católico. Como hemos demostrado, los antipapas del Vaticano II enseñan que la religión católica no tiene que ser aceptada por los acatólicos; ellos enseñan específicamente que los cismáticos orientales no tienen que convertirse a la fe católica.
Además…
La ley de la Iglesia presupone pertinacia en la herejía a menos que se pruebe lo contrario.
Además de los hechos anteriores que demuestran que los antipapas del Vaticano II son definitivamente herejes formales, la presunción de la ley está en contra de ellos:
Un comentario sobre este canon del Rev. Eric F. Mackenzie, A.M., S.T.L., J.C.L, afirma que:
Los antipapas del Vaticano II no sólo han hecho literalmente cientos de declaraciones contrarias al dogma revelado y definido, sino que también de forma explícita han declarado estar en comunión ―dentro de la misma Iglesia― con los cismáticos y herejes. Además, ellos han confirmado estas declaraciones con sus actos, con lo cual manifiestan, aún más, su lealtad a la herejía, tal como la communicatio in sacris (la comunicación en las cosas sagradas) con las diversas falsas religiones. Por lo tanto, la ley o el espíritu de la Iglesia no excusa a alguien que públicamente difunde la herejía, sino más bien se presume su culpabilidad.
San Roberto Belarmino explica por qué debe ser así.
También una simple ilustración demostrará por qué esto debe ser así.
Supongamos que usted tiene algunas ovejas y usted designa a un pastor para que cuide de ellas. Supongamos que un día el pastor se convierte en lobo y empieza a comerse las ovejas, desgarrándolas en pedazos. ¿Podría usted, que sólo busca el bienestar de estas ovejas, conservar al lobo como “pastor” de las ovejas? ¿Les exigiría a las otras ovejas que aún no han sido devoradas que se sometan al pastor convertido en lobo, colocándolas, por tanto, en estado de peligro próximo para ser devoradas? Por supuesto que no, ni tampoco Dios lo haría.
Dios nunca permitiría que alguien que promueve la herejía manifiesta en el fuero externo (independientemente de cuáles sean sus intenciones) conserve esa autoridad en la Iglesia ni le exigiría a los católicos que se le sometan. Recuérdese que la herejía mata el alma. Supongamos que el lobo de nuestra historia sólo tiene hambre o ha tenido un mal día. ¿Esto cambia el hecho de que las ovejas estén siendo eliminadas? No.
Por otra parte, ¿qué lobo que tratase de engañar a la gente se declararía abiertamente no ser un católico o un enemigo de la Iglesia?
No hay forma más eficaz para ayudar a un falso profeta que insistir que él, a pesar de su profesión pública de la herejía, sigue manteniendo autoridad en la Iglesia. El papa San Celestino, al tratar sobre el caso del hereje Nestorio, confirma autoritariamente el principio de que no podemos considerar a un hereje público como a una persona con autoridad. Nestorio, patriarca de Constantinopla, comenzó a predicar la herejía de que María no era la Madre de Dios. Los fieles reaccionaron rompiendo la comunión con él puesto que se dieron cuenta que Nestorio predicó herejía pública y notoria, por lo cual él ya no podía tener autoridad en la Iglesia Católica. La siguiente cita del papa San Celestino se encuentra en De Romano Pontifice, la obra de San Roberto Belarmino.
El papa Pío IX confirma este principio al enseñar que el delincuente es considerado hereje o cismático aunque no haya sido declarado por la Santa Sede como tal.
Por eso los santos, los teólogos, los doctores, los canónigos y los papas que hablan acerca del “papa hereje” evitan los términos herejía “material” y “formal”, ya que estos son términos que implican una sentencia del fuero interno. Ellos más bien utilizan palabras como: pública, manifiesta, notoria, etc. ―términos que corresponden al fuero externo.
¿Qué es una defección pública de la fe?
Por lo tanto, hemos demostrado detalladamente por qué es totalmente falso afirmar que los antipapas del Vaticano II sean meramente “herejes materiales”. No pueden ser herejes materiales porque: 1) conocen muy bien los dogmas que ellos niegan; 2) están obligados a conocer la fe católica como “obispos”, especialmente los dogmas que ellos niegan; y 3) ellos carecen de la fe y contradicen los misterios esenciales de la fe que se deben guardar para ser católico.
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Notas:
[2] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 1, p. 74.
[3] Benedicto XVI, Principles of Catholic Theology, Ignatius Press, 1982, p. 239.
[4] Benedicto XVI, Principles of Catholic Theology, pp. 197-198.
[5] L’Osservatore Romano, encarte especial, Declaración Conjunta de la Doctrina de la Justificación, 24 de noviembre de 1999, #13.
[6] G. McDevitt, The Delict of Heresy, 48, CU, Canon Law Studies 77. Washington: 1932.
[7] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740-1878), p. 45.
[8] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740-1878), p. 46.
[9] The Papal Encyclicals, vol. 3 (1903-1939), p. 30.
[10] The Papal Encyclicals, vol. 3 (1903-1939), pp. 313-314.
[11] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878-1903), p. 399.
[12] L’Osservatore Romano, 24 de mayo de 1973, p. 6.
[13] L’Osservatore Romano, 27 de enero de 1993, p. 2.
[14] L’Osservatore Romano, 24 de agosto de 2005, p. 8.
[15] Eric F. Mackenzie, A.M., S.T.L., J.C.L. Rev., The Delict of Heresy, Washington, D.C.: The Catholic Univ. of America, 1932, p. 35. (cf. canon 2200.2).
[16] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 1, p. 283.
[17] San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, II, 30.
[18] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740-1878), p. 416.
[19] Ius Canonicum. Rome: Gregorian 1943. 2:453.
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