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La herejía antes del Vaticano II
Para poder apreciar plenamente la controversia del Padre Feeney, es necesario entender que la negación de la fe que el Padre Feeney combatía ya estaba firmemente instalada en los años previos al Vaticano II. La mayoría de las personas que se consideran “católicos tradicionales” tienen la falsa impresión de que “si pudiéramos retroceder a lo que creían las personas en los años 1950, todo estaría bien”. No, no lo estaría. En las décadas de los años 1940 y 1950 ya la mayoría de los sacerdotes y obispos habían perdido la fe y habían rechazado completamente el dogma solemnemente definido que no hay salvación fuera de la Iglesia católica. Es simplemente un hecho que la herejía contra el dogma fuera de la Iglesia no hay salvación se enseñaba en la mayoría de los seminarios en las décadas de los años 1940 y 1950. De hecho, la ruptura de la fe empezó mucho más temprano que en las décadas de los años 1940 y 1950.
Como dije antes en este documento, San Antonio María Claret, el único santo canonizado que asistió al Primer Concilio Vaticano, tuvo un derrame cerebral al escuchar las falsas doctrinas que se estaban proponiendo en ese entonces, las cuales nunca consiguieron introducirse en el Concilio. El desmontaje paso a paso de la fe católica por Lucifer comenzó, no en 1964, sino en 1864, mucho antes de Vaticano II. Echemos un vistazo a algunos ejemplos de herejía flagrante en libros anteriores al Vaticano II con Imprimátur (es decir, con la aprobación de un obispo).
1. La Enciclopedia Católica, vol. 3, “Iglesia”, 1908, G. H. Joyce: “La doctrina se resume en la frase, Extra Ecclesiam nulla salus (Fuera de la Iglesia no hay salvación) (…) Por cierto, no significa que nadie se salva excepto los que están en comunión visible con la Iglesia católica. La Iglesia católica siempre ha enseñado que basta un acto de caridad perfecta y de contrición para obtener la justificación (…) Muchos están alejados de la Iglesia por ignorancia. Tal puede ser el caso de quienes han sido criados en la herejía (…) Por lo tanto, incluso en el caso en que Dios salva a hombres separados de la Iglesia, Él lo hace a través de las gracias actuales de la Iglesia (…) En la expresión de los teólogos, ellos pertenecen al alma de la Iglesia, aunque no a su cuerpo”[1].
Lo que tenemos aquí, en La Enciclopedia Católica, en el año 1908, en un libro con el imprimátur de Juan Farley, arzobispo de Nueva York, es una herejía flagrante. El autor, G.H. Joyce, rechaza completamente el dogma como ha sido definido. Él incluso emplea “la herejía del alma de la Iglesia”, lo que es completamente herético (como demostré en la sección “La herejía del alma de la Iglesia”). El dogma definido que declara que solo aquellos que están en la Iglesia católica pueden salvarse, ha dado paso a la herejía que Dios salva a hombres “separados de la Iglesia”.
Pero para estos herejes, este dogma ya no significa que fuera de la Iglesia no hay salvación, sino más bien que los no católicos se salvan en sus falsas religiones, pero por la Iglesia católica. La necesidad de la fe y de la unidad católica para la salvación ha sido totalmente rechazada.
Y esto demuestra que el dogma de que los que mueren como no católicos no se pueden salvar fue negado públicamente, incluso tan tempranamente como en 1908.
2. Mi Fe Católica, un catecismo por el obispo Louis LaRavoire, 1949: “La Santa Misa se puede ofrecer por los vivos de cualquier credo. Puede ser ofrecida por los católicos fallecidos. El sacerdote no puede ofrecer la Misa públicamente por los muertos no católicos, pero las personas que oyen la Misa sí pueden”[4].
Aquí nos encontramos con la misma herejía en un catecismo escrito por el obispo de Krishnager, Louis LaRavoire. Este catecismo sigue siendo promovido actualmente por muchos de los llamados “católicos tradicionalistas”. Al permitir las oraciones por los difuntos no católicos, Louis LaRavoire niega el dogma que todos los que mueren como no católicos se pierden.
3. Catecismo de Baltimore No. 3, 1921, imprimátur del arzobispo Hayes de Nueva York: “P. 510. ¿Es posible que alguien que no sabe que la Iglesia católica es la verdadera Iglesia se pueda salvar? R. Es posible que alguien que no sabe que la Iglesia católica es la verdadera Iglesia se salve, con tal que esa persona (1) haya sido bautizada válidamente; (2) crea firmemente que la religión que él profesa y practica es la verdadera religión, y (3) muera sin la culpa de pecado mortal en su alma”.
Aquí nos encontramos con la herejía flagrante en el Catecismo de Baltimore, publicado con imprimátur en 1921. Los autores de este catecismo herético son tan atrevidos como para aseverar que no solo es posible la salvación de un no católico, sino que depende de que el no católico “crea firmemente que la religión que él profesa y practica es la verdadera religión”. Por tanto, si estás firmemente convencido que el mormonismo es la verdadera religión, entonces tienes una buena posibilidad de salvarte, según el Catecismo de Baltimore; pero si no estás firmemente convencido de esto, entonces la posibilidad es menor. Esto es una burla absoluta del dogma: un Señor, una fe y un bautismo (Ef. 4, 5).
Las palabras de Gregorio XVI en Mirari vos podrían haber sido escritas específicamente para los autores del Catecismo de Baltimore; y en efecto, ellas se dirigían a otros herejes de su tiempo que sostenían la misma cosa. Nótese cuán lejos se ha apartado el Catecismo de Baltimore del dogmático Credo Atanasiano que Gregorio XVI reafirma al decir que todo aquel que quiera salvarse debe guardar la fe católica. Los autores del Catecismo de Baltimore no pudieron, en su imaginación más descabellada, fingir creer en la profesión de fe dogmática.
El lector también debe tener en cuenta que el Papa Gregorio XVI enseña que se condenan los que nunca han sido católicos, así como los católicos que abandonan la Iglesia.
El Catecismo de Baltimore rechaza las palabras de Jesucristo, que declaró que “él que no creyere se condenará” (Mc. 16, 16). La edición revisada de las Escrituras por los autores del Catecismo de Baltimore tendría que decir: “él que cree firmemente en las falsas religiones no se condenará”.
4. Manual de Teología Dogmática, de Ludwig Ott, imprimátur 1956, p. 468: “La necesidad de pertenecer a la Iglesia no es únicamente necesidad de precepto, sino también de medio, como indica claramente la comparación con el Arca, que era el único medio de escapar a la catástrofe del diluvio universal. (…) En circunstancias especiales, como es en caso de ignorancia invencible o de imposibilidad, la pertinencia actual a la Iglesia puede ser sustituida por el deseo de la misma. (…) De esta manera pueden asimismo alcanzar la salvación los que se hallan de hecho fuera de la Iglesia católica”[7].
Es una lástima que la Iglesia católica fuera tan estúpida como para definir más de siete veces que fuera de la Iglesia católica absolutamente nadie se salva, porque (como revela el “gran” Ludwig Ott) “pueden asimismo alcanzar la salvación los que se hallan de hecho fuera de la Iglesia católica”. Es una vergüenza que la Iglesia no poseyera esta profunda iluminación, que ella no supiese que lo que había enseñado “infaliblemente” por todos estos años era en realidad todo lo contrario de la verdad.
En verdad, lo que dice Ludwig Ott arriba, es equivalente a declarar que la Santísima Virgen María fue concebida en pecado original. No hay diferencia alguna. Si la Iglesia define que fuera de la Iglesia absolutamente nadie se salva (Papa Inocencio III, etc.), y yo afirmo que “pueden asimismo alcanzar la salvación los que se hallan de hecho fuera de la Iglesia católica”, entonces estoy haciendo exactamente lo mismo que si dijera que la Virgen María fue concebida en algún pecado, cuando la Iglesia dijo que ella no tuvo pecado alguno. Yo estaría diciendo exactamente lo contrario a lo que la Iglesia había definido infaliblemente, y esto es precisamente lo que hace Ludwig Ott.
Pero poco después de negar explícitamente el dogma que nadie puede salvarse fuera de la Iglesia, nótese lo que dice Ludwig Ott:
“Sea vuestra palabra: sí, sí; no, no; todo lo que pasa de esto, de mal procede”. (Mt. 5, 37). ¡De una página a la próxima, Ludwig Ott se contradice a sí mismo sobre si los que están fuera de la Iglesia católica pueden conseguir la salvación! Él incluso, en la edición inglesa, usa exactamente el mismo verbo – “achieved” – en ambas frases, mas con el significado opuesto de una a la próxima: 1) those “outside the Church can achieve salvation”[9]; 2) “salvation cannot be achieved outside the Church”[10]. Lo que sería en español: 1) los que están “fuera de la Iglesia pueden conseguir la salvación”; 2) “la salvación no se puede conseguir fuera de la Iglesia”. Su lenguaje no es de Dios, sino del diablo. Lo negro es blanco y lo blanco es negro; lo bueno es malo y lo malo es bueno; la verdad es error y el error es verdad; la salvación se puede conseguir fuera de la Iglesia y la salvación no se puede conseguir fuera de la Iglesia.
Para los herejes pre-Vaticano II que condenaron al Padre Feeney y despreciaban el dogma fuera de la Iglesia católica no hay salvación, no hay problema en creer que hay salvación fuera de la Iglesia católica, mientras crean simultáneamente que no hay salvación fuera de la Iglesia católica. No es ningún problema para esas personas porque son del mal (Mt. 5, 37).
Los que aceptan obstinadamente la herejía contenida en estos libros pre-Vaticano II – como el Manual de Teología Dogmática de Ludwig Ott – con razón deben temer, como dice el Papa Gregorio XVI, porque sin duda alguna ellos heredarán un lugar en el infierno si no se arrepienten y convierten.
5. El Catecismo Explicado, Rev. Spirago y Rev. Clark, 1898: “Sin embargo, si un hombre, por causas ajenas a la suya, permanece fuera de la Iglesia, puede salvarse si lleva una vida temerosa de Dios; porque tal es, para todos los intentos y propósitos un miembro de la Iglesia católica”[12].
De acuerdo con esto, no solo es posible salvarse fuera de la Iglesia (lo cual es una negación directa del dogma), sino que en realidad es posible que, “para todos los intentos y propósitos”, es un miembro de la Iglesia católica ¡mientras que aún se encuentra fuera de ella! Esto es tan herético y contradictorio que no vale más comentarios, excepto decir que lo que propone aquí El Catecismo Explicado – que un hombre puede salvarse fuera de la Iglesia con tal que lleve “una vida temerosa de Dios” – es exactamente lo que condenó el Papa Gregorio XVI en Mirari vos: que un hombre puede salvarse en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres.
Podría continuar con ejemplos de textos con imprimátur preVaticano II que contienen herejía, pero el punto debería ser obvio: la negación del dogma fuera de la Iglesia católica no hay salvación estaba firmemente establecida en la mente de la mayoría de los sacerdotes y obispos previos al Vaticano II, por lo que la oposición que experimentó el Padre Feeney al defender esta verdad a finales de las décadas de los años 1940 y 1950 no es ninguna sorpresa. La Gran Apostasía estaba firmemente establecida en los 1940 y 50, habiendo empezado en realidad a mediados y finales de los años 1800; y lo que el Padre Feeney estaba tratando hacer era sofocar esta marea de apostasía cortándola de raíz: la negación de la necesidad de la Iglesia católica para la salvación.
[1] The Catholic Encyclopedia, vol. 3, 1908, “Church,” pp. 752‐753.
[2] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878‐1903), p. 474.
[3] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740‐1878), pp. 229‐230.
[4] My Catholic Faith, un catecismo del obispo Louis LaRavoire, Kenosha, WI: My Mission House, 1949, p. 272.
[5] Denzinger 570b.
[6] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740‐1878), pp. 237‐238.
[7] Dr. Ludwig Ott, Manual de Teología Dogmática, Editorial Herder, Barcelona, 1958, p. 468.
[8] Dr. Ludwig Ott, Manual de Teología Dogmática, p. 469.
[9] Dr. Ludwig Ott, Fundamentals of Catholic Dogma, St. Louis, MO: B. Herder Book, Co., 1954, p. 310.
[10] Dr. Ludwig Ott, Fundamentals of Catholic Dogma, pp. 310-311.
[11] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 1, p. 386.
[12] Rev. Spirago and Rev. Clark, The Catechism Explained, p. 246.
[13] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740‐1878), pp. 237‐238.
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