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San Bernardo y el ‘bautismo de deseo’
Hay una serie de puntos muy importantes en este pasaje: En primer lugar, vemos que San Bernardo admite explícitamente que su creencia en el bautismo de deseo se basa solamente en lo que él cree que San Agustín y San Ambrosio enseñaron, dando mayor credibilidad a nuestro punto de que el bautismo de deseo es una tradición del hombre, no una enseñanza de Dios. Y como ya hemos visto, incluso los dos Padres que él cita (Agustín y Ambrosio) negaron claramente el concepto al afirmar muchas veces que ningún catecúmeno puede salvarse sin el sacramento del bautismo. De hecho, como se dijo – y vale la pena repetir – el P. Jean-Marc Rulleau (de la FSSPX) se ve obligado a admitir en su libro El Bautismo de Deseo (p. 37) que fue realmente durante el período de San Bernardo, cuando la idea del bautismo de deseo, basada en los pasajes de San Agustín y el discurso fúnebre de San Ambrosio por Valentiniano, empezó a tomar impulso. El conocido Pedro Abelardo (cuya ortodoxia sin embargo es sospechosa en otros puntos) afirmó que cualquier idea del bautismo de deseo basada en San Ambrosio “contradice la tradición en esta materia”[2]. Por lo tanto es evidente que San Bernardo no sólo basa su opinión en dos doctores falibles, sino que plantea una opinión claramente contraria al testimonio abrumador de la tradición, como se ha demostrado.
En segundo lugar, y quizás lo más importante, al expresar su creencia en el bautismo de deseo, ¡San Bernardo admite explícitamente que puede estar equivocado!
Es importante notar que el P. Francois Laisney, de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, al citar este pasaje de San Bernardo en su libro ¿Es el Feeneyismo Católico? (p. 67) omite deliberadamente la declaración de San Bernardo, “sea por error o conocimiento...”. Así es como aparece el pasaje en su libro ¿Es el Feeneyismo Católico?:
Las palabras “ya sea por error o conocimiento” fueron eliminadas por el P. Laisney y reemplazadas por puntos suspensivos (...). Por supuesto, es perfectamente justificable el uso de puntos suspensivos (...) cuando se citan textos, para omitir las partes de la cita que no son cruciales o necesarias en la discusión. Pero, en este caso, a los lectores del libro del P. Laisney les habría servido ver esta breve y crucial admisión de San Bernardo: de que él podría estar correcto o equivocado sobre el bautismo de deseo. El P. Laisney deliberadamente la eliminó porque sabe que es devastadora para su argumento de que el bautismo de deseo es una enseñanza de la Iglesia basada en las opiniones de los santos. Esta admisión de San Bernardo, de hecho, echa por tierra la tesis del libro del P. Laisney, por tanto, tuvo que ser desechada. Pero a pesar del intento del P. Laisney de la FSSPX de esconder esto a sus lectores, el hecho es que: San Bernardo admite que no estaba seguro sobre el bautismo de deseo porque la idea no se basa en ninguna enseñanza de la Iglesia o tradición infalible, sino solamente en la opinión de hombre.
En tercer lugar, como ya he señalado, es un hecho increíble que en casi todos los casos en que un santo o teólogo expresa su opinión en favor del bautismo de deseo o de sangre, él a veces comete un error distinto en el mismo documento (probando así su falibilidad). En el documento citado arriba, San Bernardo usa tres veces la frase “la sola fe” (que fue condenada posteriormente cerca de 13 veces por el Concilio de Trento en el siglo XVI).
Estoy seguro que San Bernardo en realidad no creía que la fe sola justifica y salva (la doctrina herética de Lutero); ¡pero esta es la frase que él utiliza tres veces! Esto hace aparecer el punto con claridad cristalina: que si alguien dogmatizara las enseñanzas de los santos (como les gusta hacer a muchos propugnadores del bautismo de deseo) y las citara como textos de prueba, entonces es posible que terminen con algún error e inclusive en herejía. Y ello demuestra, una vez más, que las expresiones de San Bernardo no son la enseñanza de la Iglesia católica, sino opiniones que no gozan del carisma de la infalibilidad y en las que podría estar equivocado (como él mismo admite), como es en este caso, en que está definitivamente equivocado.
En cuarto lugar, al expresar su opinión sobre el bautismo de deseo, San Bernardo dice que uno puede ser impedido de recibir el bautismo por algún “poder invencible”. Esto también es teológicamente incorrecto. ¡Dios es omnipotente; Él solo es el “poder invencible”! Nada le puede impedir a Él conducir al bautismo a un alma de buena voluntad.
E, irónicamente, al hacer la antedicha declaración sobre un catecúmeno que se vea impedido de recibir el bautismo por algún “poder invencible”, San Bernardo también contradice directamente a San Agustín, sobre quien intenta apoyar su falible opinión sobre el bautismo de deseo.
Todo esto prueba que la sanción de San Bernardo por el bautismo de deseo era defectuosa, contradictoria, confesadamente falible y basada solamente en lo que él creía eran las opiniones de los hombres. Ellas pierden todo valor frente al indefectible, perfectamente consistente e infalible dogma que proclama que ningún hombre puede ser salvo sin el sacramento del bautismo.
Y esta tradición del hombre (el bautismo de deseo) ganó más impulso después de San Bernardo, cuando lamentablemente Santo Tomás de Aquino la hizo suya, basado de nuevo en los pocos pasajes de San Agustín, el único de San Ambrosio y su propio razonamiento teológico especulativo.
[1] Citado por el P. Jean‐Marc Rulleau, Baptism of Desire, p. 37.
[2] Citado por el P. Jean‐Marc Rulleau, Baptism of Desire, p. 37.
[3] Citado por el P. Jean‐Marc Rulleau, Baptism of Desire, p. 37.
[4] Denzinger 1784.
[5] Jurgens, The Faith of the Early Fathers, vol. 3: 1496.
[6] Denzinger 696; Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 1, p. 542.
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